Esta es la historia de lo que me
pasócon la ouija cuando tenía diez u once años a lo sumo. Estaba
fascinada con las historias de terror y sobrenaturales, al
igual que mi mejor amiga, Almudena. Solíamos hacer largas
caminatas al anochecer mientras su madre nos contaba
historias de miedo. La mayoría de las veces eran películas
de terror que nosotras, por nuestra corta edad, no habíamos
tenido la oportunidad de ver. Otras, se trataba de leyendas
urbanas y relatos que se iba inventando sobre la marcha.
En una ocasión decidimos hacer espiritismo. Habíamos oído
muchas historias sobre gente que había hecho espiritismo y
se les había revelado su futuro. Como aquel hombre que
preguntó sobre su muerte y se le dijo la fecha y que un
camión sería la causa, y cómo el hombre había evitado salir
de su casa el día señalado y tropezó con el camión de
juguete de su hijo, desnucándose y muriendo en el acto. O
como unas chicas habían intentado hacer una especie de tabla
Ouija con un libro y unas tijeras y las tijeras habían
cobrado vida y se habían clavado en el pecho de una de las
asistentes que se había reído del espíritu que se les había
manifestado. Pero todo aquello sonaba a cuento chino, para
dar cierto atractivo a un juego de sociedad decadente, por
lo que no le dimos importancia.
Así que confeccionamos nuestro propio tablero Ouija, con un
papel y dibujando circunferencias con un vaso. Pusimos todas
las letras del alfabeto, una interrogación, un sí, un no y
un círculo vacío donde colocamos el vaso. Eramos tres,
Almudena, su madre y yo. Al ser invierno, nos pusimos cerca
del fuego, al lado de la chimenea.
La madre de Almudena preguntó si había alguien en la
habitación que quisiera ponerse en contacto con nosotras.
Al principio no pasó nada, todas mirándonos con cara de
póquer, expectantes, cuando de repente el vaso comenzó a
hacer círculos. Almudena pensó que su madre estaba haciendo
trampa para asustarnos, y así lo dijo, por lo que la madre
quitó los dedos del vaso invertido y éste se siguió
moviendo. Yo sé que yo no lo movía, pero me quedaba la duda
de que fuera Almudena. Tampoco quise hacer la prueba, estaba
entre asustada y excitada porque aquello estuviera
sucediendo. El vaso, tras muchas vueltas, acabó parando en
el SÍ. Entonces la madre preguntó si provenía del cielo o
del infierno.
El vaso siguió haciendo círculos durante bastante rato hasta
que se posó en la I.
Siguió en la N, y ya estaba claro lo que iba a seguir. Así
que la madre dijo que antes de que lo dijera del todo había
que echar al espíritu, y Almudena., algo nerviosa, le chilló
a su madre que por favor no la asustara más. La madre de
Almudena entonces dijo “ Vete de aquí y no vuelvas más”, y
en ese instante hubo un fogonazo en la chimenea, y el vaso
estalló en mil pedazos sin que se hubiera caído al suelo ni
nada.
Nos quedamos las tres muy nerviosas por lo sucedido, pero el
padre de Almudena nos dijo que tal vez el vaso estaba muy
frío cuando lo habíamos cogido de la cocina y que después,
al estar tan cerca del fuego, había estallado por el cambio
de temperatura brusco. En cuanto a que el vaso se moviera,
cabía la posibilidad de que inconscientemente, alguna de
nosotras lo estuviera moviendo, o incluso que con la energía
que desprendíamos se pudiera desplazar por una superficie
lisa.
Han pasado muchos años, pero por si acaso ya no hemos vuelto
a practicar espiritismo. Es una cosa muy seria con la que no
se debería de jugar.
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